BENDITA FILOSOFIA
“ALEJEMOS DE NOSOTROS EL VICIO DE PENSAR”
- Autor: Tomás R. Rodríguez Díaz 12.08.2019.
A mediados del curso pasado, saltó la noticia de que la Filosofía volvería a entrar con fuerza y sin complejos, en el curriculum de la llamada “segunda enseñanza” de nuestros hijos. A día de hoy, no veo que haya sucedido tal cosa con lo que me temo que aquella noticia inicial procedía de un mero globo sonda lanzado por quienes quizás no sepan lo mucho que, con la presencia de la FILOSOFIA, todos podríamos ganar, sabiendo lo mucho que, con su ausencia, todos volveremos a perder.
He hablado en el primer párrafo, del alegrón que me llevé con aquel anuncio que todavía espero y deseo que acabe cuajando y mantuve esa alegría por dos distintos motivos:
El primero es ver la penosa ausencia que existe en nuestra sociedad actual, entre jóvenes y mayores, de argumentarios razonados, de una clara disección entre la sustancia y los meros accidentes. Tanto los discursos como las palabras, carecen del rigor que no debería perderse entre los postulados y las conclusiones, como si el “juicio” no tuviese sus reglas o como si las ideas no quisieran someterse al contraste de la razón y de la lógica. Las proposiciones, cada vez más exaltadas, se utilizan no tanto para “razonar”, sino solo para “convencer”. Tal como se dice entre colegas periodistas, parece que son muchos los que “no están dispuestos a que la realidad les estropee la ocurrencia de un buen titular”. Los titulares vienen servidos y ya no se sabe si muchos sueldos de cada mes no dejan de ser una generosa “soldada” para quienes ayuden a “convencer” sin fisuras, con argumentos envasados que ocultan la procedencia y las características de tantos “aditivos y conservantes” que nos apartan de la verdad, cuando no corrompen las nobles capacidades del pensamiento. Pocas veces en estos últimos cincuenta años, hemos estado tan cerca de recubrir todo el horizonte de convivencia y sano contraste de pareceres, con el pegajoso y eficaz impermeabilizante que nos proponía el clásico al pedirnos que “alejemos de nosotros el vicio de pensar”. ¡ Así nos va ! .
Se me ocurren multitud de ejemplos en el campo de las escenas vividas y publicadas, que ilustran todas y cada una de las lamentables afirmaciones anteriores. Aunque dejo en manos del lector, por ahora, el trabajo de reconocer y enumerar algunos de esos casos sobre los que habrá tiempo de volver en otros artículos, citaré solo dos o tres del ámbito político, tan desafortunados como impresentables:
Don Mariano Rajoy comentaba que “alguien” debería contener los abusos independentistas y defender la Constitución, mientras el Estado desaparecía de Cataluña y se regaban aquellos delirios con miles de millones. (¡!)
El PSOE “defenestra” primero a Don Pedro Sánchez por querer pactar con filoetarras, comunistas y separatistas para, acto seguido, dejarle llegar a la Secretaría general y después a la Presidencia del gobierno gracias a la moción de censura pactada y apoyada por filoetarras, por comunistas y por separatistas. (¡!)
Don Pablo Iglesias de Podemos inició su andadura denostando a la “CASTA” para, al muy poco tiempo, no importarle pasar a la historia, él mismo con toda su familia, con una inversión millonaria en su “Casoplón de Galapagar” después de prometer, a su gente y a todo el mundo, que nunca abandonaría las raíces del pueblo y los aires urbanos de su pisito en Vallecas. (¡!)
El segundo motivo de mi alegrón por el anuncio del posible regreso de la FILOSOFIA, era el recuerdo agradecido de aquellos años en los que en el Colegio “El Pilar” de los HH. Maristas de Vigo (6º de Bachillerato, previo al COU) tuve la suerte de conocer y tratar al ya mayor Hermano Luis Fuertes, quién era encargado de curso y también nos daba, entre otras, la asignatura de Filosofía.
Aunque el bachillerato era “de ciencias” y posteriormente estudié Derecho, no niego que la asignatura de Filosofía fue la que me causó un impacto más decisivo y en la que disfruté como con ninguna otra materia, descubriendo las distancias entre teoría y realidad, entre causa y efecto, entre sustancia y accidentes, entre causa eficiente y causa final, entre premisas y conclusiones firmes para cimentar un orden lógico. Todavía resuenan por el aula las simpáticas cantinelas del “barbara”, del “celare”, del “darii”, del “ferio”y de tantos otros
Como un homenaje a aquel tan querido Hermano Luis Fuertes, ya fallecido, traigo a colación una de las muchas e inolvidables escenas vividas con él, gracias a la cuidada preparación de sus clases y a la excitante novedad de sus contenidos.
El gran Aristóteles (384 – 322 a de C), enseguida hizo acto de presencia con el “hilemorfismo” : su teoría de la materia prima y la forma sustancial, con la que se conforman todos y cada uno de los “seres reales concretos”. Aquel anuncio de la unión entre la materia y la forma aparecía como preludio de la unión sustancial en la persona humana constituida por un cuerpo (materia) y un alma (forma-espíritu). Todas las cosas creadas, tanto las estrictamente materiales como las personas humanas, como los seres espirituales (ángeles) se mantenían en el ser por un especial don de Dios que nos deja participar de su propio SER (con mayúsculas) gracias a un detalle de su omnipotencia, llena de cariño hacia todas las criaturas, a las que mantiene en el ser con su prodigioso regalo al que los escolásticos denominaban “subsistencia”.
Nuestro cuerpo, como materia, es corruptible y perecedero, mientras que el alma, dada su naturaleza espiritual, es inmortal. Tuvo principio pero no tendrá fin. La muerte (en esta vida) no es otra cosa que la separación de nuestra materia y la forma que la actualizaba. El cuerpo se descompone como materia que vuelve a la naturaleza y pasa a formar parte de otros seres materiales concretos, mientras que el alma, singular e inmortal separada del cuerpo inicia, tras el Juicio particular, su primer paso por el Cielo, el Purgatorio o el Infierno hasta ese día, ya anunciado, de la resurrección de los muertos y consiguiente Juicio final.
Las convicciones y la elocuencia del Hermano Luis no dejaban de sorprenderme en unas clases… que seguía con los ojos abiertos… muy abiertos cuando nos recordaba que, para los cristianos, era una verdad de Fe el hecho de la resurrección de los muertos en la que cada alma, como forma sustancial, reclamaría para si aquel mismo cuerpo que “informó” y que le acompañó en la tierra a lo largo de su historia personal, camino del Juicio y posterior “sentencia y ejecución de sentencia firme”.

Entre viejos y grandes “plátanos” por encima de la grada del campo de futbol del colegio, el “paseo de la fuente” fue testigo de las charlas con el Hermano Luis, en las que mi cabeza intentaba comprender el inmenso horizonte que nos abría aquella asignatura: … “pero Hermano Luis, si nada hay en la existencia que no esté formando parte de algún nuevo ser real concreto con materia y forma y si los cuerpos-materia de miles de millones de hombres, tras su descomposición por la muerte, pasan a formar parte de esa naturaleza-realidad, parece evidente que la posterior actualización de la materia prima del cuerpo resucitado, al ser reclamada por miles de millones de almas, no podrá producirse sino a costa de un enorme caos cósmico, en el que una cantidad ingente de seres concretos “hayan quebrado su real naturaleza ocasional” y dejado de ser tales para que las almas resucitadas puedan volver a “actualizar” la materia (cuerpo) de todos aquellos miles de millones de hombres que en el mundo han sido”.
El Hermano Luis se reía y me recordaba que las Sagradas Escrituras contienen y transmiten solo lo que el hombre necesita para descubrir su destino transcendente pero nunca agotan la totalidad del Ser de Dios, ni la totalidad de los planes de Dios sobre la manera en la que vayan a suceder esos acontecimientos y las muchas y distintas formas que Dios tenga de querer a sus hijos los hombres…
De acuerdo! pero admitirá Vd, que son muchas las citas de las Sagradas Escrituras en las que se nos habla de ese monumental caos cósmico final, y yo digo: ¿ Por qué ?. En este punto el Hermano Luis me quitaba la palabra y me decía: Ahora digo yo de acuerdo! pero, “encuentra esos textos sobre el fin del mundo y otro día seguimos hablando”…
La cosa no fue difícil. Aquel inmediato fin de semana me zambullí en el Nuevo Testamento y anoté algunas citas textuales que refrendaban el anuncio del supuesto “caos cósmico” de mis conversaciones con el Hermano Luis:
- En San Mateo 24,29-30: “se oscurecerá el sol y no brillará más la luna. Las estrellas caerán del cielo y los cuerpos celestes serán sacudidos”
- En San Marcos 13, 24-27: “En aquellos días, después de esta angustia, el sol no alumbrará, la luna perderá su brillo, las estrellas caerán del cielo y el universo se conmoverá y entonces se verá al Hijo del Hombre venir en medio de las nubes con gran poder y gloria”…
- En San Lucas 21, 25-29: “Entonces habrá señales en el sol, la luna y las estrellas y por toda la tierra se angustiarán las naciones, asustadas por el ruido del mar y de las olas. Los hombres morirán de espanto con solo pensar lo que le espera al mundo porque las fuerzas del universo serán conmovidas” …
- También anoté del Apocalipsis 6, 12-17 de San juan: “El sol se puso tan negro como vestido de luto. La luna se volvió como sangre y las estrellas del cielo cayeron a la tierra como higos pasmados que caen de una higuera agitada por el huracán. El cielo se replegó como un pergamino que se enrolla y no hubo cordillera o continente que no fuese arrancado de su lugar” …

El lunes siguiente me presenté con esas anotaciones. Con su paciencia habitual, me escuchó y después de valorar en voz alta la maravilla de los planes del Amor de Dios sobre cada uno de los hombres de todos los tiempos, me dijo: junto a esos textos te habrás dado cuenta, leyendo las citas intercaladas y las notas a pie de página del Nuevo Testamento, que son muchísimas las correspondencias con otros textos y profecías del Antiguo Testamento: Isaias, Ezequiel, Amós, Daniel, Joel, Oseas, etc…
¡ Ay Tomás, Tomás !, sobre la posibilidad de que ese caos cósmico pueda estar vinculado con la necesidad de que las almas puedan reclamar la materia prima que les permita “actualizar” la materia de los cuerpos resucitados, solo puedo decirte que no lo sé y quizás solo Dios lo sabe, pero también te digo que “si non e vero, e ben trovato” y que habrá que preguntarle a los teólogos la bondad o el disparate de esa propuesta. Lo que si te aseguro, según la Fe y las Escrituras, que todas esas cosas coincidirán en la Historia: Caos cósmico, Resurección de las almas, actualización de la materia de los cuerpos, Segunda venida de Jesùs, Juicio Universal Final e Infierno o Gloria, con o sin Purgatorio.
Ahí se terminó el recorrido de aquella inquietud juvenil. No dudo que con el Hermano Luis Fuertes ya en el cielo, algún día podrá aclararnos a todos sus alumnos, ese no pequeño matiz de la Historia ente Dios y los hombres. Lo que si es cierto es lo mucho que seguimos necesitando a la BENDITA FILOSOFIA.
Tomás R. Rodríguez Díaz.