LA NUEVA ÉTICA MUNDIAL

ID de publicación: 1064
LA NUEVA ÉTICA MUNDIAL

Marguerite A. Peeters, Directora del Institute for Intercultural Dialogue Dynamics, con sede en Bruselas, aborda esta compleja cuestión en un sugestivo trabajo que lleva por título «La nueva ética mundial: retos para la Iglesia» y en el que también alienta a los cristianos  a ejercer de manera coherente sus responsabilidades en este nuevo marco cultural.

RESUMEN: La autora ofrece en su trabajo una visión de conjunto de los retos a los que se enfrentan los cristianos ante la nueva ética mundial que se ha ido imponiendo desde el final de la guerra fría. Inmediatamente después de la caída del muro de Berlín, se produjo una revolución cultural global: nuevas palabras, nuevos paradigmas, normas, valores, estilos de vida, métodos educativos y procesos de gobernabilidad, pertenecientes a una nueva ética, se extendieron por todo el mundo y lograron imponerse. Se trata de un sistema ético postmoderno y, en sus aspectos radicales, post-judeocristiano.

Se trata, además, de una normativa global: ya rige las culturas del mundo. La mayoría de los intelectuales y de los responsables de la toma de decisiones tienden a seguir las nuevas normas sin analizar cuidadosamente su origen y sus implicaciones, mientras que una minoría ha sido reaccionaria. No se ha realizado un ejercicio de discernimiento. El contenido de la nueva cultura no es evidente por sí mismo. Bajo la apariencia de un «consenso suave», la ética mundial esconde un programa anticrístico enraizado en la apostasía occidental e impulsada por minorías poderosas que llevan el timón de la gobernabilidad mundial desde 1989.

Algunos cristianos ya confunden los paradigmas de la nueva cultura con la doctrina social de la Iglesia. El peligro de que los cristianos se alineen con la nueva ética es particularmente real en los países en vías de desarrollo que afrontan ahora de pleno los efectos de la globalización. Por otra parte, los cristianos no pueden poner en duda que Dios dirige de modo providencial los acontecimientos del mundo. Están llamados a discernir los signos de la acción del Espíritu Santo en la nueva cultura y a evangelizarla, ofreciendo así una alternativa a la deconstrucción postmoderna. La ignorancia de lo que realmente está en juego – en términos tanto sociopolíticos y culturales como antropológicos y teológicos – es abismal. Ahora bien, la ignorancia siempre es mala consejera. Un estudio serio de la revolución cultural global en sus contenidos y procesos permitirá a los cristianos ejercer sus responsabilidades. Este esfuerzo corresponde a la misión evangelizadora de la Iglesia.

UNA REVOLUCIÓN CULTURAL MUNDIAL: Al final de la guerra fría, centenares de conceptos nuevos se extendieron como un reguero de pólvora hasta las partes más remotas del planeta, expresándose a través de un nuevo lenguaje. Demos unos cuantos ejemplos en desorden:

globalización con rostro humano, ciudadanía mundial, desarrollo sostenible, buen gobierno, construcción de consenso, ética mundial, diversidad cultural, libertad cultural, diálogo de civilizaciones, calidad de vida, educación de calidad, educación para todos, derecho a elegir, elección informada, consentimiento informado, género, igualdad de oportunidades, principio de equidad, criterio dominante, atribución de poder, ONG, sociedad civil, colaboración, transparencia, participación de los beneficiarios, gestión responsable, holismo, consulta extensa, facilitación, inclusión, sensibilización, esclarecimiento de valores, creación de 2 capacidades, derechos de la mujer, derechos del niño, derechos reproductivos, orientación sexual, aborto sin riesgo, maternidad segura, enfoque de derechos humanos, beneficio para todas las partes, entorno favorable, igualdad de oportunidades, preparación para la vida, educación impartida por los pares, integridad corporal, internalización, apropiación, agentes de cambio, prácticas óptimas, indicadores de progreso, enfoque sensible a la cultura, espiritualidad secular, Parlamento de Jóvenes, educación para la paz, derechos de las generaciones futuras, responsabilidad social corporativa, comercio justo, seguridad humana ,principio de precaución, prevención, etc. …

Ya no se puede negar la predominancia de estos conceptos en la cultura contemporánea, cuya principal característica es que es mundial. Este revoltijo aparente de palabras y conceptos no puede ser ni condenado ni apoyado en su totalidad. Las genuinas aspiraciones humanas y los valores perennes se han enmarañado con los frutos amargos de la apostasía occidental que han corrompido el proceso de globalización desde dentro. Sin embargo, el nuevo lenguaje mundial tiende a excluir palabras que pertenecen específicamente a la tradición judeocristiana, como por ejemplo: verdad, moralidad, conciencia, razón, corazón, virginidad, castidad, esposo, marido, mujer, padre, madre, hijo, hija, complementariedad, servicio, ayuda, autoridad, jerarquía, justicia, ley, mandamiento, dogma, fe, caridad, esperanza, sufrimiento, pecado, amigo, enemigo, naturaleza, representación…

¿Acaso no sugirió Jacques Derrida, el maestro de la deconstrucción postmoderna, en una entrevista concedida al periódico francés Le Monde, poco antes de morir en 2004, que se eliminara la palabra «matrimonio » del código civil francés para resolver el problema del estatus jurídico de las parejas homosexuales?

La exclusión de ciertas palabras es un factor que debe tomarse en consideración cuando se analizan los retos de la ética mundial. Algunos de los nuevos conceptos se ha transformado en paradigmas mundiales. Se ha pasado así de la generación espontánea de conceptos a un proceso normativo a través del cual las minorías en el poder han logrado imponer a todos sus interpretaciones ideológicas de los nuevos conceptos: el proceso normativo ha sido acompañado por un proceso de radicalización ideológica. Definir públicamente la homosexualidad como pecado, por ejemplo, equivale ahora a violar una de las normas supremas de la nueva cultura: el derecho absoluto a elegir o el principio de no discriminación.

Los nuevos paradigmas reflejan unos cambios culturales dramáticos que marcan el paso de la civilización occidental de la modernidad a la postmodernidad. Los nuevos paradigmas postmodernos desestabilizan los antiguos paradigmas modernos. Veamos algunos ejemplos de estos cambios:

de desarrollo como crecimiento se pasa a desarrollo sostenible,

de gobierno a gobernabilidad,

de democracia representativa a democracia participativa,

de autoridad a autonomía y a derechos individuales,

de esposos a pareja,

de felicidad a calidad de vida,

de lo dado a lo construido,

de la familia a todas las formas de familia,

de padres a reproductores,

de necesidades materiales objetivas y cuantificables a un enfoque arbitrario de los derechos,

de la caridad a los derechos,

de la identidad cultural a la diversidad cultural,

de voto mayoritario a consenso,

de confrontación a diálogo,

de seguridad internacional a seguridad humana,

de valores universales a una ética mundial, y así seguido.

Los cambios culturales que se han producido desde el final de la guerra fría tienen la magnitud de una revolución cultural mundial. Sus implicaciones son extremadamente complejas y deben ser estudiadas una por una con cuidado. Sigue/.

REDACCION: 19.11.2019.

Como estímulo para animar al lector a continuar con la lectura completa de un trabajo tan interesante y de tanta actualidad, desde esta REDACCIÓN nos permitimos intercalar el siguiente y breve video de 9 minutos, en el que un empresario católico se dirige a los universitarios que acaban de culminar su graduación académica.

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Redacción