PERPLEJIDAD CLIMÁTICA

Autor: JUAN GAISSE FARIÑA
No me considero capacitado para afirmar o negar la existencia del cambio climático porque soy un ciudadano ignorante de estas cuestiones. Por ello, ante el aluvión de impactos informativos sobre la materia, algunos de ellos con tintes catastróficos, decidí leer un poco sobre el particular. He procurado prescindir de lecturas de sesgo político para centrarme en opiniones científicas. El resultado es la perplejidad.
Lo primero que llamó mi atención es la unanimidad científica. He comprobado que efectivamente hay unanimidad en relación a la existencia de permanentes cambios climáticos desde el origen de los tiempos; también la hay sobre la existencia de un cambio actual que tiene sus características propias. En lo que no existe -ni de lejos- la unanimidad científica que tanto se cacarea es en la causa y el alcance del actual cambio climático. Es decir, no hay evidencias de que se trate de un cambio climático antrópico, esto es, causado por la acción del ser humano. Ni tampoco las hay acerca de algunas otras cuestiones conexas.
Esto me llevó a una primera conclusión: la mayor parte de lo que dicen los medios de comunicación acerca del cambio climático no es información sino propaganda. Se nos inculca un dogma cuya definición podría resumirse así: estamos en una situación límite debido al calentamiento global, cuyas principales manifestaciones son el incremento de las temperaturas, el deshielo de los polos, el aumento de fenómenos meteorológicos extremos, la deforestación y la elevación del nivel del agua de los océanos. Todo ello debido a la acción del ser humano y en especial al aumento del CO2 en la atmósfera. Expresar en público dudas acerca de estas verdades implica ser acusado de negacionismo, que viene a ser la versión laica de la herejía.

A continuación cito algunas observaciones científicas que me han impactado porque chocan con el discurso oficial y porque son permanentemente silenciadas.
1. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) es el organismo de Naciones Unidas dedicado a estudiar el fenómeno y proponer medidas para combatir sus efectos. Es un órgano declaradamente partidario de la existencia del cambio climático antrópico. Pues bien, acerca del aumento de los fenómenos meteorológicos devastadores, reconoció en 2014 que “los datos indican que no hay una tendencia significativa de la frecuencia de huracanes en el último siglo”. Asimismo ha afirmado que “sigue sin haber evidencia respecto al signo o frecuencia de la tendencia de inundaciones a escala global”. Y acerca de las sequías: “algunas regiones han experimentado sequías más intensas o duraderas, pero en otras regiones las sequías han sido menos intensas o han durado menos”.
2. La Nasa dispone de un observatorio permanente de la superficie terrestre en el que publica informes con regularidad. A mediados de agosto de 2019 informó sobre los recientes incendios en el Amazonas (de los cuales, por cierto, se dejó de hablar de repente). En su informe me llamaron la atención algunos pasajes: “En la región amazónica, los incendios son raros durante gran parte del año porque el clima húmedo les impide comenzar y propagarse. Sin embargo, en julio y agosto, la actividad generalmente aumenta debido a la llegada de la estación seca. Muchas personas usan el fuego para mantener tierras de cultivo y pastos o para despejar la tierra con otros fines. Por lo general, la actividad alcanza su punto máximo a principios de septiembre y se detiene principalmente en noviembre.
A partir del 16 de agosto de 2019, un análisis de los datos satelitales de la NASA indicó que la actividad total de incendios en la cuenca del Amazonas este año ha sido cercana al promedio en comparación con los últimos 15 años”. Desconocía que todos los años se registran incendios en el Amazonas y por eso me sorprende que sólo este año fueran noticia, pero más aún me sorprende que se publicitasen como algo novedoso y catastrófico cuando en realidad es habitual. Si se desea puede confrontarse en: https://earthobservatory.nasa.gov/images/145464/fires-in-brazil
Sobre este asunto me parece relevante hacer una referencia a la tan manida frase de que el Amazonas es el pulmón del planeta. El científico Daniel Nepstad, fundador del Earth Innovation Institute, que trabajó en la Amazonia brasileña durante 30 años y ha publicado numerosos libros, manifestó: “Eso es una estupidez no respaldada por la ciencia. La Amazonia produce mucho oxígeno, pero utiliza la misma cantidad de oxígeno, así que una cosa compensa la otra”.
3. La revista Nature no necesita presentación pues es la revista de divulgación científica más importante del mundo. Aborda con frecuencia aspectos relacionados con el clima y lo hace con reconocido rigor. En su nº 560 de agosto de 2018 publica un trabajo basado en imágenes de satélite tomadas entre 1982 y 2016. Concluye que en los últimos 35 años la superficie de bosques en el planeta ha aumentado un 7%. Sobre este asunto, el Informe sobre El Estado de los Bosques del Mundo, publicado por la FAO en 2018 señala que en el último quinquenio la superficie de los bosques apenas ha variado, disminuyendo sólo un 0,08%.
4. Sobre el calentamiento global también se ha pronunciado la revista Nature en su nº 501 de septiembre de 2013 constatando que “a pesar del continuo aumento de la concentración de gases invernadero, la temperatura media global no ha aumentado en lo que llevamos de s. XXI, cuestionando la opinión generalizada del carácter antrópico del cambio climático”. Uno de los axiomas fundamentales del dogma del cambio climático antrópico es la correlación entre aumento del CO2 y calentamiento global. Pues bien, ya se ve que en el presente siglo no se está cumpliendo esa relación (desde 1998 se ha detenido el aumento de la temperatura). Pero tampoco en el pasado. Y así, en el período comprendido entre 1940 y 1975 se produjo un aumento del CO2 y sin embargo una caída de las temperaturas, hasta el punto de que llegó a hablarse de un enriamiento global y la amenaza de una nueva Edad de Hielo.
5. En numerosos especialistas he leído una apelación constante a la bondad del CO2, al que injustamente se culpabiliza de todos los males climáticos. Se trata de un gas absolutamente necesario para la vida en el planeta. Y puestos a buscar culpables del efecto invernadero habría que acusar al vapor de agua, que tiene mucha mayor incidencia en ese efecto.
6. El observatorio de la NASA también ofrece datos sobre el deshielo de los polos. Afirma que el nivel de los mares lleva aumentando desde hace unos 20.000 años cuando se produjo la última glaciación, y ahora lo hace a un ritmo de entre 1,5 y 3 mm al año, lo cual significa que en 2100 el nivel del mar habría aumentado sólo entre 12 y 24 centímetros. Por otra parte, también la NASA informa que la Antártida, que tiene 1.250 veces más hielo que el Ártico, está ganando hielo y tiene mucha más incidencia sobre el clima.

7. Richard S. Lindzen, Catedrático Emérito de Ciencias Atmosféricas del Massachusetts Institute of Technology, en un famoso artículo titulado “Alarmismo climático y la irrelevancia de la ciencia” concluye: “La supuesta ‘crisis climática’ no es una cuestión científica, a pesar de los inmensos intentos de invocar la supuesta ‘autoridad’ de la ciencia. Preocuparse por las supuestas implicaciones de las fluctuaciones observadas, inconmensurablemente pequeñas y cuestionables, en los cambios de la temperatura media de la superficie del planeta es sencillamente una distracción, y discutir sobre ello equivale a aceptar una narrativa falsa. Pero vale la pena señalar lo que la ciencia nos dice. Nada en los registros de hoy sugiere que esté sucediendo algo sin precedentes. Incluso el Grupo de Trabajo 1 del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas (que es la única parte del IPCC que se ocupa de la ciencia) reconoce que cosas como las sequías, los huracanes, las inundaciones, etc. no muestran tendencias perceptibles. Sin duda, a lo largo de un registro instrumental relativamente breve, habrá variables que tenderán a subir y bajar un poco, pero nada de esto es inusual ni obviamente relacionado con el aumento del CO2. La base de la preocupación es simplemente que los modelos (que generalmente no funcionan) sugieren que un problema es ‘concebible’. Se trata de una base extraordinariamente débil para socavar nuestra sociedad, destruir el sector energético encareciendo la electricidad, impedir el desarrollo de las zonas más pobres del mundo, malgastar trillones de euros y promover el miedo y la histeria”.
8. El físico y matemático John L. Casey, experto en predicción de fenómenos atmosféricos y reconocido estudioso del clima, niega la existencia de un calentamiento global. Mantiene su teoría contraria y ha llegado afirmar: “La teoría del cambio climático según la cual el calentamiento global es causado por el hombre por el aumento de los gases de efecto invernadero «es el fraude científico más grande de la historia»”.
En conclusión, considero justificada mi perplejidad climática. Haría falta estudiar las motivaciones de la abrumadora, persistente y agresiva propaganda en favor de una teoría tan endeble, así como del sometimiento servil de la práctica totalidad de los comunicadores y medios de comunicación. Dicho de otro modo, habría que preguntarse qui prodest?