HABLEMOS DE MIEL: Lo que esconde su etiqueta
Autor: Luis Miguel Oliveiras. TENER SALUD. 12.01.2020
Miel: lo que esconde su etiqueta
Estimado
Lector,
En España consumimos bastante más miel de la que
producimos. Y eso que somos el mayor productor de miel de la Unión
Europea (UE), con más de 20.000 toneladas al año. (1)
Yo
la tomo todos los días, porque me gusta y porque soy consciente de
los muchos beneficios que ofrece para la salud:
- Es rica en prebióticos que enriquecen la flora intestinal.
- Está repleta de flavonoides, unos antioxidantes que neutralizan los radicales libres (estos, por su parte, aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y cancerosas).
- Tiene un efecto antibacteriano, gracias a la presencia de enzimas que producen peróxido de hidrógeno (antiséptico y antifúngico).

Lo
que ocurre es que, con más razón que cualquier otro alimento, la
miel debe elegirse con cuidado. Y es que no es fácil encontrar una
miel de calidad: ¡es el tercer producto más adulterado del
mundo!
En España, donde gran parte de la miel consumida
proviene del extranjero, los estantes de los supermercados se han
visto invadidos por multitud de “mieles falsas”.
Y el
problema se ha agravado con el aumento de las importaciones
procedentes de China: la UE importó alrededor de 200.000 toneladas
de este producto en 2016 y el 40% provenía del gigante asiático,
cuya normativa es muy distinta a la europea y donde se dan prácticas
que no son del todo saludables.

Adulteración, calentamiento, falso origen…
Hay
varios tipos de operaciones que dañan las mieles y las despojan de
sus beneficios, siendo el más común la adulteración. Esta consiste
en agregar a la miel otros productos como agua, azúcar o sirope de
maíz. En consecuencia, la miel deja de ser realmente miel.
Porque,
según recoge la normativa española relativa a la calidad de este
producto, para que pueda ser comercializado no se le debe haber
añadido “ningún
ingrediente alimentario, incluidos los aditivos, ni ninguna otra
sustancia aparte de miel, y debe estar exenta, en la medida de lo
posible, de materias orgánicas e inorgánicas ajenas a su
composición”.
(2)
Pero una cosa es la norma y otra muy distinta la
realidad que nos encontramos, sobre todo cuando hablamos de
importaciones. Entonces, ¿cómo saber si la miel que está
adquiriendo es de buena calidad? Pues lo más importante es que sepa
descifrar lo que se esconde tras su etiqueta.
Ahora bien,
en primer lugar debe saber que hay indicaciones que no es obligatorio
hacer constar en la etiqueta, como el tipo de elaboración en caso de
mieles escurridas, centrifugadas y prensadas (las de uso más común).
Y, sin embargo, no todas ellas presentan la misma calidad.
Las
mieles prensadas, en concreto, pueden haber sufrido un proceso de
aplicación de calor de hasta un máximo de 45 ºC. Si la temperatura
es mayor, la miel pasa a considerarse de “uso industrial” (apta
solo para ser añadida a algunos alimentos procesados), ya que en ese
caso sus enzimas naturales se destruyen o resultan poco
activas.
Pero, ¿cómo podemos asegurarnos de que la miel
no ha sido sobrecalentada? Pues lo cierto es que en la mayoría de
los casos no podemos saberlo, porque no se nos indica en la
etiqueta.
Las autoridades españolas competentes en la
materia intentaron, de hecho, actualizar la normativa de calidad de
la miel para obligar a incluir en el etiquetado la mención “miel
tratada con calor” en las mieles sometidas a un tratamiento térmico
superior a los 45 ºC. Una medida que sin embargo no pudo ser
aprobada debido a la oposición de la UE.
Lo que yo le
aconsejo entonces es que busque una miel que señale claramente el
proceso de elaboración seguido (que no sea obligatorio no significa
que no pueda mencionarse voluntariamente). En caso de no encontrarla,
apueste por la miel con panal (la que contiene uno o más trozos de
miel en panal) y por la miel filtrada (con una importante eliminación
de polen), casos en los que sí se debe indicar el método de
elaboración empleado.

Sobre la procedencia de la miel
Por último, otra mejora propuesta por nuestro país y que también se topó con el dictamen negativo de la UE fue el intento de que en la e
tiqueta
se indicara, en el caso de las mezclas de miel de distinta
procedencia, el tanto por ciento que supone la miel de cada uno de
esos países en la composición final. Está claro que en este campo
vamos por delante de la normativa europea.
Y es que la
indicación que se hace en las etiquetas de la miel no deja de ser
muy vaga, limitándose a tres supuestos: “mezcla de mieles
originarias de la UE”, “mezcla de mieles no originarias de la UE”
y “mezcla de mieles originarias y no originarias de la UE”.
Es
decir, que un tarro, bajo la indicación “mezcla de mieles
originarias y no originarias de la UE”, puede señalar que contiene
miel española, aunque la cantidad de esta solo sea un 1% del total y
el resto proceda de China (de donde suelen llegar mieles
adulteradas). Y esto, no hay duda, supone una total falta de
transparencia de cara al consumidor final.
Solo si la miel
procede de un único país encontrará indicada claramente su
procedencia en el etiquetado. Por tanto, huya de las mezclas y
apueste, preferentemente, por la miel elaborada en España, cuya
calidad sí puede conocer. Aquí encontrará las claves para saber
cuál elegir.
Cómo elegir la mejor miel
Lo
mejor es que opte por mieles con denominación de origen (busque la
etiqueta DOP – Denominación de Origen Protegida- o IGP -Indicación
Geográfica Protegida- o de la Marca Colectiva de Calidad en que
pueda estar registrada). Muchos de estos productos cuentan incluso
con una página web donde, insertando el número de lote, es posible
conocer en detalle todos los pasos del proceso de extracción y
elaboración del producto.
Obviamente, la mejor calidad
será la de las mieles procedentes de colmenares alejados de la
contaminación de las grandes ciudades. Y no solo en relación a las
sustancias tóxicas presentes en el aire, sino también a las ondas
electromagnéticas. Varios estudios han demostrado que las abejas son
muy sensibles a ellas, viéndose afectada su calidad de vida y la
miel que producen. (3)
Otro factor a tener en cuenta será
el ecosistema del que se alimentan las abejas, que debe estar
preferentemente cubierto de vegetación salvaje. Así, lo ideal es un
entorno que cuente con zarzas, flores silvestres, dientes de león,
ortigas, espino amarillo, saúco, avellana, tilo, castaño, acacia,
arce… Estas plantas son esenciales para conseguir una miel de gran
calidad.
Puede que usted viva en un lugar que cuente con
tales características y pueda conseguir una miel óptima elaborada
en las cercanías de su propia casa. En ese caso no debe buscarla en
el supermercado, sino en los mercadillos locales, puesto que
seguramente se trate de una miel ecológica, pero sin registro
sanitario (este último dato solo significa que no puede ser
comercializada a gran escala, si bien el producto deberá estar
sujeto a una identificación de registro ganadero y a la normativa
autonómica).
Unos últimos consejos
Eso
sí, toda buena miel es frágil. Por lo tanto, manténgala alejada de
la luz y de todas las fuentes de calor que puedan hacer que pierda
sus propiedades. Y, en fin, disfrute de su sabor y de su textura, así
como de los múltiples beneficios para su salud. Puede utilizarla,
por ejemplo, para edulcorar sus infusiones, sumando así sus
propiedades a las de las plantas medicinales. Se trata, sin duda, de
un gran producto, y usted ahora conoce las claves para elegir la miel
de mejor calidad.
¡A su salud!
Luis Miguel
Oliveiras
Fuentes:
- “El mercado de la miel en Europa”. Parlamento Europeo. Datos de 2016 / Fuentes: Comisión Europea/FAO. Noticias Economía. Publicado en febrero de 2018.
- Real Decreto 1049/2003, de 1 de agosto, por el que se aprueba la Norma de calidad relativa a la miel. Ministerio de Presidencia. “BOE” núm. 186, de 5 de agosto de 2003.
- “Causes et conséquences de la disparition des abeilles”. Picbleu. Octubre de 2019.